EN LA CARTERA DE LA (PRIMERA) DAMA
Es imposible no reconocer que desde hace 10 meses el foco está puesto, aún más, en la figura de Juliana Awada, hoy como Primera Dama. Su estilo no pasa desapercibido para los medios, sea prensa especializada en moda, o no. Es probable que lo que estamos diciendo no sea una novedad porque su buen gusto y criterio la acompañan desde siempre.

¿Es necesario renunciar a una forma de vestir para adaptarse al protocolo presidencial y dar un giro de 180º? En ningún caso la pregunta apunta a la cosificación de la mujer como una simple compañía de un hombre del poder. Aunque valga la aclaración, Juliana tiene agenda propia – y destinada, principalmente, a lo social- dentro y fuera del país.
No sabemos cuán inflexible es el protocolo en las giras presidenciales – como ocurre con el caso estricto de la Casa Real, por ejemplo- Sí, estamos atentos a los detalles de la Primera Dama para adaptarse (que no significa renunciar) a los tipos de eventos a los que asiste. Porque todo está en los detalles. Y de eso Juliana Awada sabe. Es una verdad que en las mujeres los mismos, muchas veces protagonistas, pueden reflejarse (dejando de lado la personalidad) en los accesorios, los zapatos y las carteras. En este último punto nos centraremos.

Belt bag
¿Cuestión de cábala? ¿O de estilo? Si retrocedemos en el tiempo y tomamos como punto de partida las elecciones presidenciales del año pasado (2015), vemos cómo desde ese momento Awada lució el modelo Belt bag, de Céline, en un perfecto color suela. Sabemos que este tono combina con todo – y en ocasiones, mucho mejor que el clásico negro, aunque cueste creerlo ¿se trata de un síntoma o metáfora de la no rigidez?– Más de uno destacará que la cartera elegida está firmada por una marca internacional, lo cual no deja de ser cierto ¿buscará tender puentes a través de sus accesorios? Recordemos que en materia de indumentaria prefiere llevar (al mundo) diseños de creadores nacionales.
A escala global la repetición de un ítem tan preciado – porque nosotras llevamos «nuestra vida» en la cartera- se refleja en dos casos particulares de mujeres asociadas a la moda: Miroslava Duma que luce hasta el hartazgo el modelo Nina, de Gabriela Hearst; y Olivia Palermo que asume que su clutch de Céline (¿para llevar lo mínimo e indispensable? ¿como metáfora de ir liviana?) es apto hasta para el gym. Y, curiosamente, en los 3 casos son accesorios que no están personalizados (otra tendencia creciente) y que si uno quisiese – y pudiese- se sumarían a su guardarropas sin inconvenientes.
¿Practicidad en el armado de una valija, llevar lo mínimo e indispensable, lucir acorde a un mensaje político más global (recordemos que todos somos seres políticos) o simplemente estilo de quién se conoce más que suficiente y resuelve con pocas ítems?
Mientras tanto el mensaje parece claro: en la repetición está la novedad. ¿Es la búsqueda de acercamiento a una nueva austeridad?
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